Apriorismo características

El apriorismo psicológico se enfoca en las estructuras mentales innatas. Aunque la observación es crucial, el apriorismo sugiere que existen conceptos y marcos teóricos previos que guían nuestra investigación. La mente activa, no pasiva, es fundamental.

Estas estructuras influyen en cómo percibimos el tiempo, el espacio y las relaciones causales. Estas verdades, consideradas a priori, sirven como fundamento para construir conocimiento posterior. El apriorismo se caracteriza por la existencia de conocimientos previos a la experiencia.

Esto significa que no aprendemos nada nuevo de la experiencia al realizar estos juicios. El apriorismo se distingue del empirismo, que postula que todo conocimiento proviene de la experiencia. Su validez no depende de la observación del mundo.

Mientras que el empirismo niega la existencia de ideas innatas, el apriorismo las defiende. El apriorismo no niega la importancia de la experiencia, sino que la considera insuficiente para explicar todo el conocimiento. La ciencia, por tanto, no es pura observación, sino interpretación a la luz de ideas previas.

Implican estructuras mentales que moldean nuestra percepción del mundo. Por ejemplo, podemos comprender conceptos abstractos o razonar sobre posibilidades hipotéticas. La ética, entonces, se basa en la razón y no solo en las emociones.

El apriorismo filosófico se distingue por su énfasis en la independencia del conocimiento respecto de la experiencia sensorial. La interacción entre razón y experiencia es fundamental para el desarrollo del conocimiento. La razón, por tanto, precede y condiciona la experiencia.

No aprendemos estas cosas totalmente de la experiencia; nacemos con una predisposición a comprenderlas. Estos marcos nos permiten formular hipótesis y diseñar experimentos con sentido. En el ámbito de la ética, el apriorismo puede manifestarse en la creencia en principios morales universales e inmutables.

Ambos comparten la idea de la primacía de la razón, pero difieren en su enfoque y alcance.