Caracteristicas de la etapa final del sida
El tratamiento con antifúngicos es prolongado y requiere hospitalización. El aislamiento del paciente es necesario para prevenir la propagación de la enfermedad. Otras manifestaciones incluyen neumonía, colitis y encefalitis. Las convulsiones y la encefalopatía asociada al VIH son complicaciones graves.
La criptococosis, una infección fúngica que afecta el cerebro y las meninges, es una causa común de meningitis en pacientes con SIDA. La fase terminal del SIDA se caracteriza por un deterioro severo del sistema inmunitario.
El tratamiento se enfoca en mejorar la función pulmonar y reducir la presión arterial.
La diarrea crónica y la malabsorción intestinal dificultan la absorción de nutrientes. El impacto emocional es significativo tanto para el paciente como para su entorno. Las lesiones cerebrales pueden ser detectadas mediante resonancia magnética.
Las alteraciones neurológicas pueden incluir confusión, problemas de memoria y dificultad para concentrarse. El tratamiento con quimioterapia puede ser agresivo y tener efectos secundarios severos. La neuralgia postherpética es una complicación común. La tuberculosis, tanto pulmonar como extrapulmonar, se presenta con mayor frecuencia y gravedad.
La caquexia, o desgaste extremo, se manifiesta con la pérdida de masa muscular y grasa. El herpes zóster, una reactivación del virus de la varicela zóster, puede presentarse con mayor frecuencia y gravedad. La hipertensión pulmonar, una condición en la que la presión arterial en los pulmones es anormalmente alta, puede desarrollarse en pacientes con SIDA avanzado.
La pérdida de peso involuntaria y la debilidad extrema son síntomas comunes. La candidiasis esofágica, una infección por hongos, dificulta la deglución y causa dolor intenso. La neumonía por Pneumocystis jirovecii es otra infección común y peligrosa.
El sistema nervioso central también puede verse afectado, provocando demencia asociada al VIH. El tratamiento se enfoca en aliviar el dolor y mejorar la calidad de vida. La apatía y la depresión son comunes, dificultando la adherencia al tratamiento. Los síntomas incluyen dolor de cabeza, fiebre y rigidez de cuello.